viernes, 18 de octubre de 2013

Un clásico de nuestra Literatura Infantil en USA
Las traducciones de Antoniorrobles al inglés (1936-1954)



Nuestro querido autor del texto, Jaime García Padriano, explica de una manera breve, pero concisa, la escasez que ha tenido la  literatura infantil hasta el momento, en cuanto a traducciones no hispánicas  se refiere. Los motivos que él mismo expone son  bastante lógicos aunque no por ello del todo ciertos.

Se fundamentan principalmente en una cosecha excelente del propio autor, es decir un factor personal e intrínseco que lo caracteriza como tal y además un agente del exterior, una unión que no podría ser factible sin esa intención o  deseo de traducir una obra determinada simplemente por creer que es merecedora de ser expuesta y conocida a diversas lenguas y culturas distintas a la nuestra.

La curiosa, pero agradable anécdota  de cómo el autor de literatura infantil Antoniorrobles (primer español traductor a lenguas no hispánicas) y su traductor Huberman, es un claro ejemplo de los “golpes de suerte” que la vida puede darnos a veces, aunque está claro que en este caso un respaldo importantísimo son las editoriales, pues sin éstas  no podrían haberse llevado a cabo las publicaciones.

De esta forma, la traducción de una determinada obra literaria responde, entre otros motivos más o menos determinantes, a la evidente voluntad de su traductor o de un editor por difundir lo escrito en otras lenguas, para incorporarlo así a una realidad lingüística o literaria distinta. Esta es la verdadera razón desde un punto de vista objetivo, por el que nuestro autor del texto argumenta el hecho de que las traducciones literarias han de llevarse a cabo. Pero bien, ¿Por qué hasta este momento y a día de hoy, solamente hemos podido ser conocedores a ciencia cierta de unas pocas obras literarias? Estoy segurísima que  a más de uno, de dos, y de tres autores se les ha pasado por la cabeza esta idea, y de la misma forma, así como a otros muchos editores, pero por razones no evidentes y poco entendibles a ojos de un lector, es difícil entender como se ha llegado hasta tal punto de que desde 1936(primera obra que el autor reconoce traducida), solo se pueda hablar de unos pocos  autores  que hayan  traducido sus obras infantiles literarias a ciencia cierta.

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